Así nació la primera invernal motorista española

Corría el otoño de 1974. En la fría noche un Citroën 2CV se dirige desde Barbastro a Zaragoza por la carretera N-240. En su interior, charlando animadamente se encuentran dos infatigables motoristas que vendrían a convertirse en leyenda: Clemente Alén y Emilio Moliné (conocido como El Gorras, por su habitual gorra de cuadros escoceses). A la postre resultaban ser representantes respectivamente de dos de las entidades más célebres y recordadas de la historia del motociclismo nacional: el Moto Club Pirineos de Barbastro y el Moto Club Turismo Zaragoza

Bajo el frío, la noche y el sonido inconfundible del bóxer refrigerado por aire del 2CV la conversación habitual: motos. Los dos amigos repasan el calendario de actividades motards de la época. El intenso frío les hace hablar de Elefantentreffen, una concentración de sidecares alemanes que habían leído en las revistas francesas. Además, parece ser que los de Olorón dicen que después de la muerte de Michel Perdrix (acaecida en 1971), se comenta que ese año no está claro si habrá Millevaches y que en cualquier caso Annick y los demás han decidido poner punto final a esa aventura.

«Es curioso que en España no hemos hecho nada parecido», fue la frase que llevó un giro a la conversación. Ambos se miraron con una sonrisa y un gesto de complicidad: Estaban pensando exactamente lo mismo. De pronto Emilio empezó a esbozar ideas de como sería una reunión invernal en el Pirineo. El lugar desde luego estaba claro: tenía que ser Arguis. Era perfecto para una cosa así.

Una bellísima aldea de montaña enclavada entre montañas, con un microclima verdaderamente helador y atravesado por la carretera más famosa del motociclismo español ¿Podría ser mejor? «Seguro que Oliva (de Casa Lafoz) nos ayuda»

Así era Arguis en 1974

Arguis, atravesada por la vieja carretera del Puerto de Monrepós constituía en aquella época el santuario del motociclismo español y una de las referencias del turismo del pirineo. A su arquitectura típica coronada por bellas Chamineras con espantabrujas, el sonido de los cencerros de los ganados pastando, los reflejos del lago  y las Bordas salpicando los campos se unía la retorcida carretera comarcal del puerto de Monrepós, de extrema belleza. pesadilla de camioneros y santuario motociclista, que estaba copada cada fin de semana por motocicletas subiendo y bajando haciendo el Monrepós y comiendo huevos con jamón en Casa Lafoz. La carretera estaba atravesada por la mayor concentración de túneles de toda España, destacando entre ellos el de La Manzanera, contaba con más de 300 curvas en su trazado y unos problemas bien conocidos por la nieve y el hielo en invierno, con un paso que con enorme frecuencia necesitaba cadenas o estaba cerrado a lo largo del invierno. En aquellos años el paso de Bielsa no existía y el Portalet solo abría su aduana en verano, mientras que el grueso del tráfico hacia el pirineo se dirigía por los puertos de Oroel y Santa Bárbara (entonces ambos carreteras nacionales) situados a mucha menor cota y con mejores rasantes. Mientras tanto, con cierta frecuencia Arguis quedaba incomunicado por la nieve.

Arguis en aquellos años constituía una de las mayores atracciones turísticas de la provincia de Huesca. No en vano la extinta  Obra Sindical de Educación y Descanso perteneciente a F.E.T. había construido ya en los años 40 un espléndido hotel de montaña a pie del lago, llamado «Residencia Daniel Francoy» que se había hecho tremendamente famoso y donde miles de familias trabajadoras de todo el país pasaban sus vacaciones entre paseos en barca, pesca, carne a la brasa y bucólicos paseos. A este edificio se añadiría el Hotel Capri y otros establecimientos turísticos abiertos para atender la creciente afluencia turística.

Mientras tanto, ademas del santuario motociclista de Casa Lafoz, aún se añadiría en 1961 la primera hospedería para motoristas de la historia de España, denominada «moto refugio San Cristobal» situada junto a la carretera, de vida bastante efímera. Arguis había sido parada y fonda habitual de los incipientes moto clubes,alguno con presencia mas o menos estable. Durante varios años Monrepós fue una de las estrellas del famosísimo Rallye Firestone, sede de rallyes de regularidad de moto y subidas en cuesta y de todo tipo de eventos del motor. Sin duda ya por aquel entonces era ya Capital del mototurismo español.

¿Cuando lo hacemos?

Pues la verdad que hacer algo así necesitaba una fecha icónica del invierno, donde hiciese mucho frío. «¿No sería bonito despedir el año motorista así?» y de este modo se decidió que la fecha ideal sería el último fin de semana antes de Navidad, ya que en aquellos años de navidades solemnes y tradicionales, eran generalizados los desplazamientos navideños de larga distancia para estar toda la familia reunida que se prolongaban hasta el día de Reyes. Por tanto, la ultima fecha «operativa» del año para hacer un evento era sin duda el último fin de semana antes de la Navidad.

El encuentro de Barbastro

Semanas después del célebre viaje del Citroën 2CV la actividad en el Moto Club Pirineos y en el Moto Club Turismo era frenética. La ilusión estaba desbordada pues se enfrentaban a la organización de la primera Reunión Invernal que iba a celebrarse en España. Según recuerda nítidamente Antonio Ruata «Se organizó un encuentro de los dos clubes en Barbastro para perfilar lo que iba a ser la Reunión de Arguis. La gente del MCT salió de Zaragoza el viernes y yo el sábado temprano. Sería final del otoño de 1974 faltando más o menos un mes para la Reunión. En aquel encuentro quedó perfectamente definido lo que después iba a ser la Invernal. Aquel fin de semana inolvidable estuvieron gente como Adolfo Angulo, Clemente Alén, Paco de la Matilde, Jose Angel Cardós, Miguel Calvera «el rubio», Javier Fernández, Emilio Jericó, el Gorras y yo, probablemente Mariano Remiro y Rafa Lombar y varios más de los de Barbastro. Creo que vino alguien de los de Oloron, porque ese año nos hermanamos los tres clubes pero no recuerdo si el acto «oficial» de hermanamiento fue aquel día o si lo hicimos ya en Arguis». «El Moto Club de Oloron con el que nos hermanamos aquel 1974, con Theo,  Jean Paul y gente de la que hoy está en los «Culs Tannes», eran realmente más que hermanos y con respecto a Arguis por razones obvias de visados no podían estar en los preparativos propiamente dichos físicamente, cortando y llevando leña o encargando las medallas, pero si que es justo decir que prácticamente eran parte espiritual y responsables intelectuales de todo el proceso de organización y fueron parte activa siempre el día en que se celebraba. Fueron en realidad, para ser justos, parte de la propia organización de la Invernal y probablemente el primer caso de colaboración internacional entre clubes que se dió en toda Europa».

Llega el día

Finalmente se decide que sean los días 14 y 15 de diciembre de 1974, dado que en aquella época de peores comunicaciones los días 21 y 22 quedaban demasiado cerca de Nochebuena y habia que asegurar que los de Olorón pudiesen volver a casa. 13 grados bajo cero y una pequeña nevada acompañaron una noche inolvidable en Casa Lafoz y el posterior sueño en las tiendas de campaña. Antonio Ruata cuenta: «El Monrepós estaba muy complicado ese día, con muchas placas de hielo en los túneles y las zonas de sombra, escarcha y bastante nieve. De la Manzanera para arriba estaba imposible. En realidad era una locura hacer aquello. Nos cayeron 13 bajo cero, pero fue un día inolvidable»

 

Entre los históricos que allí se dieron cita se encontrarían socios del Moto Club Pirineos y del MCTZ, nombres inolvidables del motociclismo nacional como los dos ya citados Emilio Moliné y Clemente Alén, además de Rafael Lombar, Antonio Ruata, Javier Fernández, Miguel Calvera, Theo y los amigos del Moto Club de Olorón y tantos otros, junto con Oliva y Antonio de Casa Lafoz que entre risas, pases de bota de vino, canciones, jotas, costillas a la brasa y conversaciones de viajes o mecánica pasaron la noche.

Al día siguiente tras almorzar y hacer el Monrepós, tras recoger todo y con el buen sabor de la noche vivida alguien dice El año que viene repetimos

Sin saber que estaban escribiendo en letras de oro en la historia del motociclismo europeo, que serían inspiración para muchos y que medio siglo después su legado y su recuerdo permanecerían inmutables, gracias a estas personas un hecho histórico acontecía aquel día: Había nacido la Reunión Invernal de Arguis.

Así se organizó

Como contaba entre risas hace unos años Emilio Moliné, toda la organización fue hablar por teléfono, mandar cartas con invitaciones a los amigos, ir a buscar leña por el monte y acudir (voluntariamente, ya que no era obligatorio pero evitaba malentendidos) al Gobierno Civil de Huesca a registrar un escrito en que se decía literalmente «tenga la Autoridad constancia de que en las citadas fecha y lugar se va a realizar una reunión de personas con fines lícitos». En aquellos años cosas como hacer fuego o acampar no tenían regulación y eran libres siempre y cuando no se causase un perjuicio a alguien.

De este modo nacía la Reunión Invernal de Arguis.